Coaching, silencios y silencio

Hace algunos años participé en un exigente programa de formación en coaching, orientado a mi certificación como coach. Fue una gran experiencia de reflexión, exposición, aprendizaje y desarrollo personal. Una aventura a partir de la cual la mitad de los compañeros que conocí decidieron reorientar su vida profesional.

Aunque mi objetivo al acercarme al coaching estaba vinculado a mi responsabilidad en el desarrollo de directivos, el fruto más importante fue mi propia transformación.

Otro fruto relevante fue el descubrimiento de algunas herramientas para el desarrollo de personas, herramientas conversacionales sencillas y universales especialmente necesarias para todo aquel que aspire a facilitar el desarrollo de otros, ya sea padre o madre de familia, educador, directivo o líder social.

Una de estas herramientas conversacionales clave es el uso de los silencios.

Significado de los silencios en el coaching

Los silencios son, en primer lugar, muestra de estima, respeto y valoración del otro y de lo que me aporta, del valor de sus ideas, sentimientos, etc. Permanecer en silencio cuando una persona me habla es mostrarle que es importante para mí. Y esto es de por sí desarrollador.

En segundo lugar, los silencios son elementos imprescindibles en una escucha activa y empática. He tenido la suerte de conocer buenos conversadores y siempre me ha llamado la atención su capacidad de escucha y la habilidad para intervenir sin interrumpir las aportaciones de los demás. Un gran hábito que el coach debe cultivar es la escucha y ésta requiere el uso de silencios.

Por último, los silencios dan espacio al coachee, facilitan su reflexión y su trabajo interior, aumentan su “productividad” y su responsabilidad sobre el proceso y le hacen asumir el poder en una conversación de desarrollo.  No olvidemos que quien tiene que trabajar (pensar, analizar, valorar opciones, decidir, actuar, …) en un proceso de coaching es el coachee; el coach tan solo acompaña.

A la vez, los silencios retan al coachee y le obligan a ir más lejos en su trabajo, no dando por buenos sus primeros descubrimientos o aportaciones. Silencios que duran instantes pueden parecer eternos. Puedo atestiguar muchos buenos frutos de esos incómodos silencios.

Silencio es más que los silencios

Pero el silencio es más que los silencios, aunque requiere de ellos. El silencio es la actitud propia de quien sobreabunda en interioridad y en sabiduría, penetrando más profundamente en la realidad, en la verdad de las cosas.

El silencio permite acoger, guardar y acrecentar tesoros en el corazón. Es también muestra de la serenidad interior y de la apertura al otro. Es la inteligente opción de quien sabe que sabe muy poco y está llamado a aprender.

Desde esta actitud de silencio, que a veces se manifiesta externamente con silencios, el acompañamiento en coaching es más enriquecedor, nutritivo y poderoso.

 

Miguel Gómez de Agüero

 

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