Cuando un empleado pasa a ser jefe, responsable de un equipo de personas, su rol cambia cualitativamente. El mayor reto en ese tipo de cambio, por otro lado tan común, es que la forma de conseguir resultados individualmente tiene poco que ver con la forma de hacerlo a través de otros.
Hace más de treinta años, un gurú del management llamado Kenneth Blanchard publicaba una pequeña historia bajo el título “The one minute manager”, que podemos traducir como “El ejecutivo al minuto”. Este opúsculo, traducido a más de veinte idiomas y con más de 10 millones de ejemplares vendidos, nos propone tres sencillas fórmulas que la experiencia ha demostrado exitosas para la mejora de la productividad y el desarrollo personal. Tres claves para conseguir resultados cada vez mejores a través de las personas.
El primero tiene que ver con la fijación de objetivos, acordados, redactados de forma sencilla y concreta y en un número no mayor de seis. Tienen que poder leerse en menos de un minuto y el empleado debe recordarlos cada día para orientar sus esfuerzos y comportamientos en esa dirección.
El segundo es el feedback positivo para reforzar aquellos comportamientos que generan buen desempeño. La clave es “pillar” al empleado actuando correctamente, haciendo algo bien o consiguiendo buenos resultados. A partir de ahí, y en no más de un minuto, valorar inmediatamente su aportación, identificando con él los comportamientos concretos que han generado esos logros y animándole a continuar así.
El tercero corresponde al feedback de mejora, haciendo ver al otro de forma muy concreta qué ha hecho mal y explicando las consecuencias de dicho comportamiento en términos de desempeño, recordándole también que se le valora personalmente y mostrando la confianza en que ese comportamiento no volverá a darse. Esta corrección tampoco puede durar más de un minuto.
Comportamiento y resultados
El círculo virtuoso se inicia en el acuerdo de objetivos, que implica al empleado y que favorece que los haga suyos. Estos objetivos, además de orientar los esfuerzos, requieren del empleado que inicie determinados comportamientos. Es fundamental descubrir la relación entre comportamiento y logro de resultados.
Los comportamientos positivos se mantienen y refuerzan a través del feedback positivo, los comportamientos negativos se identifican y se abandonan con el feedback de mejora. En ambos casos queda claro que la persona es responsable de sus comportamientos pero está por encima de ellos.
Más allá de la fórmula que empleemos -personamente me atrae la sencillez de esta obra y su propuesta- lo más relevante es romper con la dicotomía “orientación a personas” vs “orientación a resultados” e integrarlas para conseguir resultados a través de las personas.
La convicción del autor que alimenta estos planteamientos aparece reflejada en alguna de las páginas del libro y es una inspiradora declaración : “The best minute I spend is the one I invest in people”.
Miguel Gómez de Agüero
(Imagen: El País, 30/11/2017).