Las sombras presentes hoy en el mundo de la economía no son suficientes para ocultar la vigorosa corriente que, por una convergencia de factores de todo tipo, sitúa a las personas en el centro de muchos modelos empresariales de éxito.
Se trata de un cambio radical de los paradigmas durante mucho tiempo dominantes. Y es una opción muy comprometida que no puede quedarse en palabras biensonantes ni, menos aun, en una operación de maquillaje. Por dos razones básicas: primero, porque hace ineludible comprender y acoger lo que significamos las personas; y, segundo, porque las consecuencias de esta elección difícilmente van a poder quedarse ya a mitad de camino…
Si estamos dispuestos a asumir una antropología de signo personalista, diez son, a mi juicio, las claves que pueden sintetizar las implicaciones, llevadas hasta el final, de una empresa que hace de las personas lo primero:
1. La finalidad general de la empresa es el bien común y el desarrollo personal y comunitario, articulada e integrada con su finalidad específica de carácter económico.
Es una organización de personas que contribuye al bien común y al desarrollo personal y comunitario de cuantos con ella se relacionan, a través de la integración del trabajo humano, la utilización eficiente de recursos técnicos y financieros y la consecuente obtención de un beneficio económico, con la finalidad particular y específica de generar o distribuir productos y servicios para satisfacer las necesidades de sus clientes.
El beneficio no pierde aquí ni su legitimidad ni su función de incentivo, pero queda armonizado con lo que la dignidad de las personas demanda y con la creación de valor social por la empresa.
2. Cada persona es acogida y respetada por sí misma, más allá de su función.
Cada persona -entendida como ser histórico y tanto en su dimensión individual como en su inseparable y constitutiva dimensión comunitaria- es respetada en su dignidad o valor único y, por tanto, considerada como fin y nunca solo como un recurso o solo por su rol o contribución funcional.
La Misión, Valores y Estrategia -así como todas las políticas, decisiones u operaciones en que se despliegan, incluidas, desde luego, las condiciones laborales- integran y concretan esa primacía de la persona, sea trabajador, directivo, cliente, socio, proveedor, inversor, competidor, vecino… Además, la acogida de la realidad personal comprende todos sus fines y dimensiones -incluidas la ética y trascendente-, sin pretensión de absorberlos, instrumentarlos o controlarlos.
3. Las empresa aporta significación al trabajo como dimensión de la vocación personal.
La organización y el reconocimiento del trabajo trascienden los objetivos de producción y el sostenimiento económico para la vida individual y familiar. Están también orientados a proponer una significación relevante y a facilitar que todos puedan desarrollar su iniciativa y creatividad y compartir los talentos o dones recibidos, ofreciendo así oportunidades de crecimiento o plenitud personal y espacio para la libre, generosa e incondicional entrega, según la personal vocación.
El trabajo no se presenta, de hecho, como una actividad que, en sí misma, agota la realización del ser humano, sino como una actividad armonizada con el resto de fines y posibilidades del sujeto personal y que, en un contexto de libertad, respeta todas las dimensiones que le son propias.
4. La confianza, la cooperación y el compromiso son los ejes fundamentales de la Cultura empresarial.
La Cultura de la organización tiene como atributos fundamentales la confianza, la cooperación y el compromiso, generados por la vigencia de valores como respeto, veracidad o transparencia, honestidad, equidad en el trato, generosidad…
La comunicación abierta, la flexibilidad, la disponibilidad de tiempos y espacios para las relaciones humanas, ayudan a arraigar esa Cultura organizativa, que provoca vínculos de comunión por los que todos se sienten tratados como únicos, importantes y responsables.
5. Se promueve activamente la participación, la responsabilidad y el trabajo en equipo.
Tanto el estilo de dirección como la organización y los diferentes procesos, favorecen la participación responsable de todos, propiciando sentido de pertenencia y de corresponsabilidad por el bien común, con un enfoque de subsidiariedad y solidaridad. Son manifestaciones de la participación el enriquecimiento de los puestos de trabajo, el reconocimiento y la retroalimentación permanentes, el empoderamiento y la autonomía a todos los niveles de la organización y la potenciación del trabajo en equipo y colaborativo.
Dicho trabajo en equipo y, en general, los espacios que propician las relaciones humanas y la colaboración, constituyen la aproximación habitual para enfrentar los desafíos y los proyectos. El equipo es considerado el ámbito natural para la inclusión y la participación, la integración sinérgica de capacidades, el aprecio de la diversidad, el despliegue de la creatividad y la innovación, el reconocimiento y el aprendizaje.
6. El liderazgo es un servicio subsidiario y prudencial a las personas, que armoniza bienes e intereses individuales y comunitarios.
El liderazgo se practica, a todos los niveles de la organización, como un servicio ejemplar y cercano a las personas para que, respetando su libertad, puedan desplegar todos sus dones y capacidades en el contexto de los fines de la organización.
Está guiado por el ejercicio de la virtud de la prudencia para descubrir en cada momento, conjugando subsidiariedad y solidaridad, cómo la realidad demanda las soluciones mejor adaptadas a cada persona concreta y al bien común. De esta forma, los responsables de las unidades organizativas y de sus equipos humanos integran y armonizan, por medio de las decisiones en el nivel más apropiado, las tensiones entre bienes e intereses individuales y bienes colectivos.
7. Los clientes son reconocidos como sujetos personales constitutivos de la razón de ser específica de la empresa.
Los clientes o destinatarios de los productos y servicios, son reconocidos como sujetos personales que constituyen la razón de ser específica de la empresa. Sus expectativas y necesidades son escuchadas y atendidas de manera personalizada y respetuosa, proponiéndoles aquellos servicios y productos que, con los estándares de calidad adecuados, mejor se adaptan a aquellas. La experiencia de cliente es analizada, de manera preferente, para la mejora continua de la propuesta de valor.
Las condiciones comerciales y los precios son transparentes y equitativos, tanto en la venta como en la relación posterior entre la empresa y el cliente.
8. Los procesos de cambio resultan del descubrimiento de la realidad y se realizan para las personas y con las personas.
A través del cambio responde a su descubrimiento permanente con la realidad –tanto del entorno como del interior- alineando la Misión, los Valores y la Estrategia con las personas y el liderazgo, la Cultura corporativa, la estructura, los procesos y los sistemas. También la propia conciencia de lo que significa una empresa que hace de las personas lo primero y de las limitaciones de lo humano, hace por si misma de palanca para la generación de cambio personal y organizativo.
Los procesos de cambio se llevan a cabo con la participación activa de las personas afectadas y, además de adaptar la estructura, los procesos y los sistemas, tienen el propósito de capacitar a aquellas y motivarlas para el desempeño futuro de la organización, desarrollando una cultura que invite a la calidad y el rendimiento.
9. Los resultados, la eficiencia y el uso de recursos, las estructuras y procesos y la tecnología son instrumentos indispensables, perso subordinados al criterio superior del desarrollo humano.
La competitividad -en términos de posicionamiento en el mercado, rentabilidad de las operaciones y resultados de negocio, y eficiencia en el uso de los recursos- constituye un instrumento o condición indispensable para la viabilidad y sostenibilidad de la empresa. No obstante y no siendo un fin en sí misma, está subordinada al criterio superior del desarrollo personal y social. Los órganos superiores de gobierno de la empresa específicamente asumen la responsabilidad de establecer y controlar la adecuada articulación de fines, medios y circunstancias con una perspectiva de sostenibilidad en el largo plazo.
Las estructuras, los procesos y sistemas son también medios necesarios, aunque contingentes, para apoyar y potenciar la contribución de las personas con su trabajo y el desarrollo del talento. La tecnología es integrada y utilizada como un recurso valioso al servicio de fines en los que la identidad humana nunca deja de ser central.
10. La empresa está comprometida con el Bien Común general de la sociedad y promueve el respeto integral al medio ambiente.
Acepta su responsabilidad en las sociedades concéntricas en las que está inmersa, siendo su contribución más original y específica al bien común general la propia excelencia en el desarrollo de los fines que le son propios. Participa activamente en la construcción de un orden social justo mediante la satisfacción con productos y servicios de las necesidades humanas, la generación de empleo digno y estable, la distribución de la riqueza y la inclusión social, y por su participación activa y responsable en un desarrollo político auténticamente democrático.
Atiende de forma preferencial a las necesidades de los más desfavorecidos y a la construcción de una cultura de solidaridad. Promueve la conciliación de la vida laboral y familiar, el consumo equilibrado, la publicidad responsable, el I+D+I y el respeto del medio ambiente. En definitiva, propicia una ecología integral.
Jaime Urcelay