Lorenzo Servitje, fundador del Grupo Bimbo, pionero de la empresa humanista del futuro

Recientemente ha fallecido, a los 98 años de edad, el empresario mexicano Lorenzo Servitje, fundador del Grupo Bimbo.

Junto con Ignacio Hernando de Larramendi (1921-2001), artífice de Mapfre, y François Michelin (1926-2015) (*), gerente de Michelin, Servitje representan, a mi juicio, una generación de líderes pioneros de la gran empresa moderna, llamada a iluminar las nuevas realidades emergentes en las que el cuidado de las personas es el elemento central e inseparable de una alta eficiencia.

Las tres personalidades son excelentes ejemplos del potencial transformador de los principios del pensamiento social cristiano, cuando son aplicados de manera inteligente, decidida y coherente con la realidad.

Creo que merecería la pena estudiar despacio la experiencia y los aprendizajes del Grupo Bimbo, en el que, bajo la filosofía empresarial de Creer – Crecer, Lorenzo Servitje dejó la huella de su vida y de su pensamiento, verdaderamente visionario.

Pero mientras ese estudio llega, no me resisto a reproducir íntegramente el precioso trabajo que mi admirado amigo  Álex del Rosal acaba de dedicar en Religión en Libertad al desaparecido empresario.

13  CONSEJOS DEL FUNDADOR DE BIMBO PARA QUE LA EMPRESA TENGA ÉXITO, Y SEA PLENAMENTE HUMANA

Álex Rosal / ReL

12 febrero 2017

Ha muerto a los 98 años Lorenzo Servitje, fundador de Bimbo, la empresa de panadería líder en pan de molde (pan de caja, en México), que emplea a más de 130.000 personas, y tiene más de 100 marcas y 10.000 productos que se fabrican en 170 plantas de 22 países.

Bimbo comenzó en 1945 en Ciudad de México

Hijo de inmigrantes catalanes, Lorenzo Servitje comenzó a trabajar a los 16 años en el negocio familiar: Panadería El Molino, a la vez que cursaba sus estudios de Contaduría Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Sin embargo, a los dos años tuvo que ponerse al frente de la empresa tras la muerte de su padre. “A los 18 años -dice Servitje- me puse a trabajar porque mi padre había muerto. Empecé en una panadería del centro, donde también se vendían chocolates, y siempre soñé con crecer en este negocio”.

El inicio de la multinacional mexicana

En 1945 fundaría Panificación Bimbo, junto con su hermano, Roberto Servitje; Jaime Jorba Sendra; José Trinidad Mata; Jaime Sendra Grimau y Alfonso Velasco Pérez. La empresa comenzó su andadura con 38 colaboradores, una decena de vehículos de transporte y cuatro productos. Y la primera inversión corrió a cargo del suegro de Lorenzo Servitje, el empresario Daniel Montull, que aportó el terreno en el que se instaló inicialmente la fábrica.

Servitje, uno de los 10 hombres más ricos de México

A la muerte de Lorenzo Servitje se estima que su fortuna estaba valorada en 4.200 millones de dólares, siendo uno de los 10 mexicanos más ricos. Además, deja ocho hijos, 24 nietos y 48 bisnietos.

Prohibido criticar… y austeridad en la vida diaria

La hija mayor del fundador de Bimbo, Mari Carmen Servitje Montull, impartió hace unos meses una conferencia sobre la persona de su padre, y desveló uno de los principios cotidianos de Don Lorenzo: “No se nos permitía criticar a los demás ni tratar con altanería a ninguna de las personas que nos ayudaban en la casa. Desde pequeñas dábamos clases a niñas y niños de medios marginados. Había una cierta austeridad en la vida cotidiana”.

Ozanam, héroe de Servitje

“Uno de los héroes de Lorenzo Servitje desde su juventud fue Federico Ozanam, laico francés, casado, profesor de la Sorbona, que fundó las Conferencias de San Vicente de Paul, una asociación de cristianos que en el siglo XIX visitaban a los pobres en sus hogares y buscaban cómo paliar sus carencias”, subraya Mari Carmen Servitje.

Los consejos de Lorenzo Servitje para construir una empresa modélica:

Tras montar la multinacional Bimbo, que emplea a más de 130.000 personas, Servitje dejó escritas unos “mandamientos” prácticos para lograr dirigir una empresa que tenga éxito y sea, a la vez, plenamente humana. Estas son las 13 recomendaciones:

1. Difundir y lograr que se acepte el concepto de que la empresa no es simplemente un negocio, sino una obra de creación real de riqueza, de mayor alcance y trascendencia y para beneficio no sólo de unos cuantos sino para beneficio de muchos.

2. Insistir siempre en que la empresa es sobre todo un instrumento de servicio. Sirve a los hombres de fuera, proporcionándoles bienes y servicios, lo que la sociedad espera de ella. Pero también existe para servir a los hombres de dentro, es decir, para que los que trabajan en la empresa puedan ganarse la vida; y a los que han invertido en ella, para que reciban un rendimiento razonable por su inversión. “La empresa es para el hombre y no el hombre para la empresa”.

3. Difundir y lograr que se acepte el concepto de que la empresa es una obra común en la que están involucrados todos sus integrantes, que la pueden sentir como propia y ser un proyecto de vida y realización personal. “La empresa somos todos”.

4. Pugnar porque en la empresa haya una genuina convicción de la importancia del cliente y del consumidor, a quienes se debe respetar y tratar de dejar siempre satisfechos. “El cliente es el verdadero jefe de la empresa”.

5. Tener una preocupación generalizada y casi obsesiva por la calidad en su más amplio sentido. Considerarla algo en lo que no puede transigirse. “El producto que se hace y el servicio que se proporciona deben amarse”.

6. Tener una preocupación permanente por la productividad. La empresa es responsable de los bienes y esfuerzos que se le encomiendan y por lo tanto, debe proscribir rigurosamente toda ineficiencia, desperdicio o despilfarro.

7. Lograr que haya un ejercicio recto y eficaz de la autoridad y para ello seleccionar escrupulosamente a sus jefes de todos los niveles, formarlos, dirigirlos y motivarlos para que cumplan su papel de líderes con responsabilidad y espíritu de servicio. Todo grupo humano para su propio beneficio debe tener jefes y el jefe sólo se legitima por el servicio y el bien que procura a sus seguidores.

8. El personal de la empresa es el factor más valioso de ella. “La empresa será tan buena y productiva como lo sean sus colaboradores”. La selección adecuada para que la gente haga mejor su trabajo, la capacitación y la educación permanente son tareas indispensables.

9. La responsabilidad moral de la empresa implica no sólo el cumplimiento de las leyes y las obligaciones contraídas sino también honradez, trato justo a todos los que con ella se relacionan, austeridad, espíritu de trabajo, respeto y promoción de los valores fundamentales de todo ser humano.

10. Tener una visión de largo plazo, flexibilidad y rapidez para responder positivamente a los incesantes cambios de la economía y de la sociedad moderna.

11. Llevar a cabo un esfuerzo sostenido de comunicación dentro y fuera de la empresa, para que más y más gente entienda la naturaleza de la misma y el funcionamiento de ella y de la economía.

12. Involucrar lo más posible a los colaboradores de la empresa mediante su participación en las decisiones, en los beneficios y en el capital de ella, y con procesos continuos de capacitación, comunicación, consulta y oportunidades para aplicar su visión y su iniciativa.

13. Desterrar de la empresa la “relación adversaria”. Por lo contrario, pugnar por que en ella exista un ambiente fraternal y comunitario, en el que se promuevan la justicia, el respeto, la confianza y el afecto en todas las relaciones. Lograr que quienes trabajan en la empresa, además de ganarse la vida sean reconocidos plenamente como personas, tengan la oportunidad de emplear su capacidad y avanzar así su cabal plenitud, aspiración fundamental del pensamiento social cristiano. “La empresa debe ser altamente productiva y plenamente humana”.

Lorenzo Servitje estaba convencido que la empresa era el motor de una reforma social en la sociedad y, para ello, ese núcleo productivo debía transformarse y fortalecerse.

“Quienes creemos en la Doctrina Social de la Iglesia y apreciamos su gran valor -señala Servitje- debemos ser los más decididos promotores de esta transformación y fortalecimiento. Y tenemos que hacerlo a partir de nuestra propia empresa. Hacerla un núcleo de auténtica eficacia productiva. Hacerla, por medio de una inteligente participación de sus integrantes, un reducto de libertad, de creatividad, y de iniciativa; una segunda escuela en la que sus hombres no sólo se capaciten sino que se formen y desarrollen; una segunda familia en la que sus hombres encuentren confianza, amistad, y afecto”.

“Una empresa en la que sus hombres, al fin reconciliados, se unan al logro de objetivos comunes”.

Servitje solía poner el acento en sus intervenciones de que debíamos construir “empresas fraternales; empresas con alma”. El fundador de Bimbo enfatizaba en que “así podremos ofrecer a la sociedad un modelo real y vivo de una institución que puede servir para la transformación de otras instituciones y de la sociedad misma. Así podremos contribuir al advenimiento de una economía a la dimensión del hombre, una economía que esté verdaderamente a su servicio”.

“En esto creo”, los principios que gobernaron la vida de Lorenzo Servitje

Hace unos años, Lorenzo Servitje escribió un Testamento Vital, algo así como un resumen de aquellos principios que moldearon su vida. Lo tituló: “En esto creo”. Esta es la filosofía que gobernó su vida:

»Creo en Dios y en Jesucristo y en sus designios sobre mí y en la realidad del acontecimiento que le ha dado a mi vida sentido y trascendencia así como esperanza y felicidad.

»Creo en el reconocimiento y el respeto que se deben a la eminente dignidad como persona que tienen todos los seres humanos.

»Creo ser tradicional en muchos aspectos y de vanguardia en muchos otros.

»Creo en la vida, el amor de los esposos y en el valor del matrimonio tanto para los hijos como para el resto de mis seres queridos y la sociedad en general, con todo lo que implica de comprensión y entrega.

»Creo en el valor de los amigos y de saber que soy escuchado, que cuento con ellos y que necesito de esa amistad que hace más sólida y placentera la vida.

»Creo que hay que procurar el bien de quienes trabajan con nosotros y en general con quienes convivimos: vecinos, compañeros en las organizaciones a las que pertenecemos y nuestros conciudadanos.

»Creo en la economía de mercado, en la empresa que debe ser no sólo altamente productiva sino también plenamente humana y en el importante papel que tiene en la creación de riqueza, el crecimiento económico y el empleo.

»Creo que debemos pugnar por nuestro desarrollo y crecimiento personal continuo con la convicción de quien no avanza retrocede.

»Creo en el valor de una vida sencilla y en necesitar pocas cosas.

»Creo que todos debemos de tener una tarea o misión que nos apasione y que reclame nuestra entrega por entero.

»Creo en la democracia como la mejor forma de organización política de la sociedad y en la necesidad de fortalecerla.

»Creo que hay que ser amable y en lo posible sonreír, tener alegría y buen humor.

»Creo que no hay que perder nunca la calma ni la serenidad y que es posible en la mayoría de los casos resolver los problemas con ecuanimidad.

»Creo, que en general hemos de procurar no hacer grandes disertaciones al hablar, ya que lo bueno breve es mejor.

»Creo en el desarrollo del carácter y de la fuerza de voluntad, de ser puntual, de aprovechar el tiempo, del ahorro, de la cortesía, la dedicación al trabajo y adquirir otras buenas costumbres.

»Creo en el valor de la cultura y en apreciar lo verdadero y lo bueno y también la belleza en todas sus manifestaciones, como la poesía, la danza y la música.

»Creo que hay que tener una actitud positiva y optimista ante la vida y saberse despedir de ella y que no debemos dar demasiada importancia a nuestros problemas y defectos.

»Creo en el respeto y la admiración del universo, de la naturaleza, el sol y las estrellas, los bosques, las selvas, las playas y los mares, las montañas, las nieves, las mañanas, los atardeceres, los animales y las flores.

»Creo en la necesidad de tener participación social activa y comprometida y ocuparme no sólo de mis intereses personales sino también de los asuntos públicos y de la política.

»Creo en un gobierno que logre la seguridad del país, la eficacia de la justicia, el crecimiento económico y el empleo, la educación de calidad y también la erradicación de la miseria y la reducción de la pobreza y la desigualdad social.

»Creo en la posibilidad de conciliar los opuestos y que en su relación el mayor y menor, el primero debe hacer sólo lo necesario y el segundo lo más posible.

»Creo, finalmente, que hay que tener una actitud positiva y optimista ante la vida y saberse despedir de ella y que no debemos dar demasiada importancia a nuestros problemas y defectos».

Por la transcripción,

Jaime Urcelay

(*) Sobre François Michelin puede verse en este mismo blog:

En memoria de François Michelin, un empresario “visionario y humanista”

François Michelin: lecciones de un maestro

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